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Hay un “Max” en cada hogar – II Parte

 

There Is a “Max” in Every Home – Part II

 

Hergit “Coco” Llenas

Directora Nacional de Acción Comunitaria Hispana

American Federation for Children

 

En la entrega anterior (Hay un “Max” en cada hogar), hablamos de las Education Savings Accounts (o ESAs) como una posible solución para romper con la educación de molde diseñada hace 150 años para la sociedad industrializada de los Estados Unidos, un molde tan pasado de moda como las tiendas de videos Blockbusters y los teléfonos tragamonedas que solían estar en las esquinas.

Empecemos por plantearnos: ¿Qué es una ESA?

Una ESA es una cuenta destinada a pagar por un menú de opciones escolares para niños que estén cursando desde Kindergarten hasta el último año de la preparatoria (bachillerato), utilizando los mismos fondos invertidos por el Estado para subvencionar la educación pública.

Para empezar, hay varios niveles de significado que debemos entender. Primero, ¿cómo se subvenciona un sistema de ESAs?; segundo, ¿cómo se implementa?; y en tercer lugar -y desde luego el “max” (más) importante-, ¿qué diferencia opera en la práctica este tipo de programas?

Vayamos en orden.

Primero, de la misma manera que operan las escuelas chárter, operan las ESAs. Es decir, que cuando un estudiante sale de una escuela pública regular para ir a una escuela pública chárter, el dinero sigue al niño. O sea, y para decirlo en cristiano, el monto de fondos que el condado y el estado invierten en educar a un estudiante en una escuela pública es transferido a una escuela chárter si el estudiante decide hacer el cambio de la una a la otra. Por ejemplo: digamos que en el Estado “X”, la combinación de los fondos locales (estales y del condado) por estudiante es de $6,000 al año. Así, la escuela pública recibe $6,000 por cada silla ocupada. Si hay 100 niños inscritos, el total de fondos locales para la escuela en cuestión sería de $600,000 (100 x $6,000 = 600,000). Si 20 niños se transfieren a una escuela chárter, entonces de esos $600,000 habría que tomar $120,000 (20 x $6,000) y enviárselos a la chárter que asimiló los 20 niños.

El servicio de la chárter es gratis para los padres, pues el mismo dinero usado para subvencionar una escuela pública regular es usado para educar a sus hijos dentro del modelo chárter, el cual permite mayor latitud a la hora de elegir el currículo, determinar los términos de los contratos con la empleomanía y regular las responsabilidades de la mesa directiva, entre otras cosas.

En resumen, las escuelas chárter tienen mayor libertad contra las medidas actuales, pedagógicas y direccionales que las escuelas regulares, aunque son igualmente gratuitas al consumidor como las últimas.

Ahora bien, ¿qué ocurría si en lugar de transferir los fondos de una escuela regular a una escuela chárter, los padres pudieran elegir CUALQUIER opción escolar que se ajuste a las necesidades de sus hijos y usar para ello los fondos públicos destinados de antemano en el presupuesto para pagar por la educación escolar de nuestros pequeños, de forma tal que el padre o la madre pudiera escoger entre un menú de opciones escolares sin tener que comprometer su bolsillo? En otras palabras, mamá o papá podría individualizar la experiencia del aprendizaje al elegir ya sea educación en el hogar, educación a distancia, tutorías, terapias, educación virtual, pública, privada o un híbrido de todas las anteriores.

¿Cómo se traduce esto a la práctica? Pues, volvamos a mi sobrino Max.

Con una ESA, Max pudiera asistir a una escuela virtual para estudiantes especialmente dotados en el área de matemáticas, podría tener un tutor que lo ayude con lectura y escritura y podría pagar una porción de su ESA a la escuela pública del vecindario, donde él aprovecharía para continuar sus prácticas de soccer y saxofón. En resumen, tendría lo mejor de cada materia de aprendizaje sin tener que circunscribirse a un molde dentro del cual debe caber a la fuerza y en el cual un solo proveedor -la escuela pública asignada en función de un código postal- tiene el monopolio absoluto sobre la calidad de la educación que mi sobrino recibiría.

Su experiencia podría ser individualizada y el costo de esta individualización no correría por cuenta de los padres, sino que sería gratuita, como las escuelas chárter.

Este tipo de iniciativas existen en Arizona, pasaron la legislatura de Nevada en el 2015 y continúa expandiéndose por otros Estados de la Unión Americana.

En sesiones legislativas futuras, Tennessee también tendrá la oportunidad de votar a favor de un programa similar. Cabe preguntarse ahora: ¿Tendrán los políticos elegidos el apetito de pasar una ley como ésta, cuya implementación podría cambiar para siempre la trayectoria, en picada, del estudiantado de las grandes ciudades de Tennessee?…

¡Esperemos que sí!

 

Porque creemos que todos nuestros niños merecen tener acceso a una educación de alta calidad, nosotros promovemos y defendemos la Opción Escolar. Somos la American Federation for Children y estamos trabajando en Tennessee para crear más oportunidades educativas para nuestra comunidad. Visítenos en http://www.federationforchildren.org y/o escríbanos a CLLenas@FederationForChildren.org. Estamos para servirle.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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