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La importancia de elegir la escuela ideal para su hijo

 

The Importance of Choosing the Right School for Your Child

 

Hergit “Coco” Llenas

Directora Nacional de Acción Comunitaria Hispana

American Federation for Children

 

Como inmigrante y como mujer de la comunidad LGBTQ, aprecio vivir en un país fundado en la premisa y la promesa de la libertad, en donde se incluye la libertad de los padres para elegir el derecho a decidir cuál es la mejor escuela para sus hijos, lo cual es conocido hoy en día como el movimiento de elección escolar. Algunos de mis amigos de la comunidad LGBTQ se quedaron un poco sorprendidos cuando les dije que me convertí en una apasionada defensora de esta causa. Han escuchado tantas historias sobre políticas de admisión o prácticas de discriminación integradas en la cultura de algunas escuelas privadas/religiosas, que no podían conciliar las dos ideas.

Tuve que hacer mi propia reconciliación interna cuando tomé la decisión de unirme también. Recordé que me decía: hoy, muchos niños abandonan las escuelas porque éstas no satisfacen sus necesidades. Los datos estadísticos han sugerido que es más probable que los desertores varones terminen encarcelados, y un alto porcentaje de abandonos puede requerir de asistencia social para sobrevivir en algún momento de sus vidas y/o será la causa para que ellos se vean obligados a conformarse con empleos mal remunerados en un mercado que requiere del dominio en matemáticas e inglés, entre otras materias claves. Ahora, puedo trabajar para lograr que estos estudiantes encuentren un lugar donde puedan prosperar, graduarse del bachillerato y posiblemente ir a la universidad, cambiando para siempre el curso de sus vidas; o puedo darle la espalda a esta misión sólo porque algunas entidades privadas tienen un sistema de creencias con el que yo no estoy de acuerdo. En ese momento, me di cuenta de que la elección era clara para mí. Elijo luchar por el derecho a elegir.

Miles de niños han sido rescatados de la deserción escolar y sus horribles consecuencias, gracias a las escuelas autónomas (chárter), las becas para asistir a escuelas privadas, las Cuentas de Ahorro para la Educación (ESA, por sus siglas en inglés) y otras formas de programas de elección escolar. Cuando se les da la oportunidad de comenzar de cero en un nuevo entorno escolar elegido por sus padres, estos niños tienden a tener éxito. Un ambiente escogido por los padres es la clave aquí, porque nadie conoce a un niño mejor que un padre amoroso. Es el padre quien elige una escuela que se considera adecuada para sus hijos e hijas. La mayoría de las veces, los padres eligen un lugar que refleje los valores fundamentales de su familia, ya que quieren que sus hijos tengan sus mismas creencias.

Las ramificaciones de una decisión tan importante pueden brotar en cualquier dirección. Algunos niños se adhieren felizmente a esas creencias, y otros no. Aquellos que no lo hacen, chocan drásticamente contra un conjunto de reglas que no les sirven, lo que les causa trauma y dolor.

Cuando leo las historias sobre estudiantes discriminados por su orientación sexual o identidad, siento su dolor. ¿Cómo no, si yo también fui discriminada por mi orientación sexual? No sufrí discriminación alguna de parte de mis maestros o del personal de la escuela evangélica a la que asistí durante el bachillerato, pero sí de personas en las que confiaba en mi círculo íntimo social, algo que no es nada fácil tampoco. Tener que recordarle a la gente que no hagan daño, que no intimiden a otros por lo que son, es simplemente una pena. En un mundo ideal, esto nunca debería suceder. Sin embargo, sucede todo el tiempo. ¡Sucede en las escuelas públicas, en las escuelas privadas, en todas partes!

Le sucedió a Arnaldo, mi mejor amigo en la escuela primaria, que creció hasta convertirse en un adolescente homosexual y que, como consecuencia, fue perseguido por su sexualidad y finalmente se quitó la vida. Muchos factores jugaron un papel en el suicidio de Arnaldo: el rechazo de una sociedad machista, la intimidación en una escuela secular, el acoso en su vecindario y el desorden de las enseñanzas que contradecían el amor propio, junto con la falta de amor de los miembros de su familia.

A veces, una escuela no es la adecuada para un niño; sin embargo, no puedo estar de acuerdo con una narración que demoniza todo un movimiento debido a una mala relación entre un alumno y una escuela, mientras que miles de buenas relaciones y combinaciones suceden todo el tiempo, en más de la mitad de los estados de este país. Ser parte de la comunidad LGBTQ ya es difícil y puede ser traumático, y usar nuestras historias para mover la agenda política de quienes se oponen a nuestro movimiento es desafortunado y sólo causa más dolor.

Tomemos este argumento de los protectores del status quo con un grano de sal. Finalmente, no nos olvidemos de las historias positivas que cambian vidas y nacen del movimiento de elección escolar todos los días.

 

ENGLISH:

 

As an immigrant and an LGBTQ woman, I’m appreciative to be living in a country founded on the premise and promise of freedom, including the freedom of parents to choose the right to decide what is the best school for their children, which is known today as the school choice movement. Some of my LGBTQ friends were a bit taken aback when I told them that I became a passionate advocate for this cause. They have been fed so many stories about admissions policies or discrimination practices embedded in the culture of some private/religious schools, that they could not reconcile the two ideas.

I had to do my own internal reconciliation when I made the decision to join in as well. I remembered saying to myself: today, many children are dropping out of schools that do not meet their needs. Statistical data have suggested that male drop-outs are more likely to end up incarcerated, and a high percentage of drop-outs may require social assistance to survive at some point in their lives and/or be forced to settle for low-paying jobs in a market that requires mastery in math and English, among other key subjects. Now, I can work towards making a reality for these students to find a place where they could thrive, achieving the goal of a high school graduation, possibly moving up to college; thus, changing forever the course of their lives, or I can turn my back on this mission just because some private entities have a belief system that I do not agree with. At that point, I realized that the choice was clear to me. I choose to fight for the right to choose.

Thousands of children have been rescued from school desertion -and its horrid consequences- thanks to charter schools, scholarships to attend private schools, Education Savings Accounts (ESAs), and other forms of school choice programs. When they were given a chance for a fresh start in a new environment hand-picked by their parents, these children tend to succeed. An environment hand-picked by the parents is the key here, because nobody knows a child better than a loving parent. It’s the parent who picks a school deemed suitable for his/her sons and daughters. Most times, parents choose a place that reflects THEIR family core values, since they want their children to believe in what they believe.

The ramifications of such an important decision can sprout in any direction. Some children happily adhere to those beliefs, and some don’t. Those who don’t, drastically collide against a set of rules that do not serve them, which causes them trauma and pain.

As I read the stories about students being discriminated against due to their sexual orientation or identity, I feel the pain. How can I not, if I too had my fair share of discrimination based on my sexual orientation? While my share was not the result of harassment from the teachers or staff at the Evangelical school that I attended during my high school years, it did originate from people that I trusted in my inner circle, which is not a walk in the park either. Having to remind people not to hurt, not to bully others because of who they are, is simply a shame. In an ideal world, this should never happen. Nevertheless, it happens all the time. It happens in public schools, in private schools, everywhere!

It happened to Arnaldo, my best friend in elementary school, who grew up to be a gay teenager who was consequently hunted for his sexuality, and eventually took his own life. Many factors played a part in Arnaldo’s suicide: rejection from a macho society, bullying at a secular school, bullying in his neighborhood, and messed up teachings that contradicted self-love, coupled with the lack of love from members of his family.

Sometimes a school is not the right fit for a child; however, I cannot agree with a narrative that demonizes an entire movement due to a poor match between one student and one school, while thousands of good matches happen all the time, in more than half of the states in this country. Being part of the LGBTQ community is already hard and can be traumatic, and using our stories to move the political agenda of those who oppose our movement is unfortunate and only causes more pain.

Let’s take this argument from the protectors of the status quo with a grain of salt. Finally, let’s not forget the life-changing positive stories born from the school choice movement every day.

 

Porque creemos que todos nuestros niños merecen tener acceso a una educación de alta calidad, nosotros promovemos y defendemos la Opción Escolar. Somos la American Federation for Children y estamos trabajando en Tennessee para crear más oportunidades educativas para nuestra comunidad. Visítenos en http://www.federationforchildren.org y/o escríbanos a CLLenas@FederationForChildren.org. Estamos para servirle.

 

 

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