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Both Risk and Opportunity for Immigrants Crossing the Border

Riesgos y oportunidades para los inmigrantes al cruzar la frontera de México con EE.UU.

For many Americans, the scenes unfolding at the U.S.-Mexico border are visceral and jarring. A 7-year old girl from Honduras walking in the darkness to keep up with strangers she met on the perilous journey from northern Mexico to Texas. An immigrant woman deported from the U.S. crying at a park across the international bridge in Mexico. A group of men standing in the shadows of the border wall after being spotted — and soon-to-be deported — by U.S. Customs and Border Protection agents.

For those crossing, particularly unaccompanied children, there are opportunities and risks. A new U.S. president promised to dismantle his predecessor’s policies governing asylum seekers who arrive at the southern border. Exactly who the new administration is allowing into the country is unknown, but thousands of children from Central America and Mexico who arrived in recent weeks are now in U.S. custody. Some families have been sent to relatives in the U.S. while they wait for asylum court appointments. And thousands of others have been expelled, mostly to Mexico, where they will decide whether to cross again or return home.

Migration flows at the U.S.-Mexico border are increasing for the third time in seven years under Republican and Democratic presidents. Unlike the Trump administration, President Joe Biden has chosen not to expel immigrant children — like the unaccompanied 7-year-old girl from Honduras photographed in Texas this week by the Associated Press — who arrive at the southern border without a parent. And new rules put in place by the Biden administration mean some families with “acute vulnerabilities” are being released to family in the U.S. and allowed to pursue asylum, while others in almost identical circumstances are not.

For immigrant children and teens journeying from Mexico to the U.S. there is uncertainty, fear, hope and lots of waiting. On a recent day at a plaza near the McAllen-Hidalgo International Bridge point of entry into the U.S., a deported immigrant boy launched a paper plane into the air while playing with other immigrant children in Reynosa, Mexico.

A day earlier in Brownsville, Texas, a young child clutched an immigrant woman’s arm as they waited for a humanitarian group to process them after Border Patrol agents processed and released them at a bus station. Similar scenes play out every day in towns in Mexico and the U.S. — snapshots of the uneven luck met by immigrants arriving by the thousands at the border.

The Associated Press

ESPAÑOL:

Para muchos estadounidenses, las escenas que se desarrollan en la frontera sur de Estados Unidos son viscerales y estremecedoras. Una niña hondureña de 7 años caminando en la oscuridad para seguirle el paso a unos extraños a los que conoció en el peligroso viaje del norte de México a Texas. Una inmigrante deportada por Estados Unidos llorando en un parque al otro lado del puente internacional en México. Un grupo de hombres de pie en la sombra del muro fronterizo luego de ser detectados por agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.

Para aquellos que cruzan la frontera, sobre todo los niños sin compañía de un adulto, existen oportunidades y riesgos. El presidente Joe Biden prometió deshacerse de las políticas implementadas por su predecesor Donald Trump sobre los solicitantes de asilo que llegan a la frontera sur. Se desconoce exactamente a quién se le está permitiendo entrar al país, pero miles de niños de Centroamérica y México que han llegado en las últimas semanas se encuentran actualmente bajo custodia de las autoridades estadounidenses. Algunas familias han sido enviadas con sus parientes que viven en Estados Unidos mientras esperan sus citas en los tribunales de asilo. Y miles de inmigrantes más han sido expulsados, la mayoría a México, donde habrán de decidir si vuelven a cruzar o regresan a casa.

El flujo de inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos está aumentando por tercera vez en siete años, en gobiernos de presidentes republicanos y demócratas. A diferencia del gobierno de Trump, el de Biden ha decidido no expulsar a los niños inmigrantes que llegan a la frontera sur sin compañía de un adulto, como la hondureña de 7 años fotografiada en Texas esta semana por The Associated Press. Y con base en las nuevas reglas implementadas por el gobierno de Biden, algunas familias con “vulnerabilidades agudas” están siendo entregadas a sus familiares en Estados Unidos y se les ha permitido solicitar asilo, mientras que a otras en circunstancias casi idénticas no las han dejado pedirlo.

Para los niños y adolescentes que viajan de México a Estados Unidos hay incertidumbre, miedo, esperanza y una larga espera. Recientemente, en una plaza de la ciudad de Reynosa, México, cerca del puerto de entrada del puente internacional McAllen-Hidalgo, un niño inmigrante deportado jugaba con un avión de papel en compañía de otros niños inmigrantes.

Un día antes, en Brownsville, Texas, un pequeño tomaba del brazo a una mujer inmigrante mientras esperaban que un grupo humanitario los procesara luego de que agentes de la Patrulla Fronteriza los dejaran en libertad en una estación de autobuses. A diario hay escenas similares en localidades de México y Estados Unidos, imágenes de la suerte distinta que corren los inmigrantes que llegan por miles a la frontera.

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